El éxito de las sinergias

El edificio responde a necesidades crecientes del campus de la Universidad del País Vasco. El edificio construido combina una racionalidad arquitectónica manifiesta con la voluntad de integrar su singularidad propia e individual en el entorno.

Fecha: 2017-03-20

Una estructura primaria de hormigón prefabricado se eleva en una parcela urbanística rectangular. Sobre ella, la estructura secundaria de acero galvanizado atrae la mirada: torres de alumbrado, topes para vehículos, estructuras de soporte, fachada…

El edificio está constituido por con dos niveles superpuestos. El primero es opaco, un zócalo a escala humana y una bancada en la dársena de autobuses con aperturas para el acceso de vehículos y personas. El segundo, el superior, es un gran prisma metálico contenedor de vehículos: vuela sobre la dársena y construye un soportal translúcido.

Los colores empleados en el edificio se han elegido procurando su perfecta integración en el entorno. El color terroso de las fachadas hace que el edificio no resulte impactante. Los lucernarios de rampas y dársena son azules: su visión, desde cualquier punto de vista inferior, se confunde con el cielo.

Para reducir tiempos de obra y minimizar la generación de residuos, la estructura principal se resolvió con un sistema prefabricado de pilares y vigas de hormigón. La estructura secundaria es de acero galvanizado y fue diseñada con sumo cuidado: no solo resuelve su objetivo estructural con un número mínimo de elementos; además, la lectura de su trazado es limpia y marca los ritmos, la composición y el equilibrio en la construcción. Además, protagoniza la protección frente a impacto de vehículos en la fachada exterior, los laterales de las rampas y el perímetro del patio, y en la pasarela de conexión con el aparcamiento de superficie.

Los arquitectos querían minimizar el mantenimiento futuro del edificio y, por esta razón, no dudaron en prescribir un sistema dúplex para el proyecto, con 80 micras de pintura sobre el galvanizado. Dada la proximidad a la costa, se consideró que el edificio debía estar protegido frente a un ambiente corrosivo C5 de acuerdo a la norma ISO 9223. En el peor de los casos, la estructura tendrá una vida útil de más de 50 años. En el mejor, pueden imaginarlo…

Fuente: www.ateg.es