LA GALVANIZACIÓN Y LA CONSTRUCCIÓN SOSTENIBLE – PARTE 6

Es necesaria una Guía de Consumidores sobre herramientas de evaluación ambiental

Fecha: 2014-09-27

La Comisión Europea ha cursado un mandato al Comité Europeo de Normalización, CEN, para que desarrolle un sistema normalizado de evaluación del comportamiento medioambiental de los edificios.

Asimismo se han desarrollado otros proyectos nacionales que se adaptan a las circunstancias específicas de cada país, tales como Ecoquantum (Holanda), LEGEP (Alemania), Haute Qualité Environmentale (Francia). En España se ha utilizado el sistema norteamericano LEED para evaluar la sostenibilidad de los edificios en los proyectos públicos.
En el Reino Unido y en EE.UU. dominan el mercado los sistemas BREEAM y LEED, respectivamente.

Aunque estos dos sistemas son bien conocidos, la selección de los materiales y métodos de construcción representan solamente una pequeña parte de la herramienta. Por lo general se considera que BREEAM y LEED están haciendo una contribución útil al progreso de la causa de los edificios más verdes pero no están exentos de críticas.
Para muchos una placa de LEED no es ninguna garantía de que el edificio sea merecedor de distinción por un buen proyecto verde.
Los profesionales de la industria se quejan generalmente de que el sistema de créditos reconoce desigualmente el uso de la energía.
Por ejemplo, debido a que cada crédito LEED vale un punto (entre 69 posibles), puede darse el caso de que un edificio reciba puntos –que son suficientes para obtener una placa– sin que ninguno de ellos tenga que ver con la eficiencia energética.

Es discutible la más importante métrica de la edificación verde y los críticos señalan que esta tronera permite a los propietarios añadir algunos elementos verdes –desde un tejado verde hasta plazas de aparcamiento preferenciales para los vehículos híbridos– en edificios por lo demás convencionales, con objeto de obtener fácilmente puntos LEED.

En 2004, la Green Building Alliance, una coalición de grupos medioambientales con sede en Pittsburg, realizó una encuesta electrónica anónima entre arquitectos, ingenieros, contratistas y otros profesionales que habían trabajado en proyectos de construcción verdes.
Una de las contestaciones indicaba que, en un nuevo edificio se había obtenido un punto LEED por haber instalado un soporte para bicicletas de U$S 395.-, la misma puntuación obtenida por un sistema de recuperación de calor de 1,3 millones de dólares que ahorraría al propietario unos U$S 500.000 anuales en costos de energía.

En EE.UU. es el US Green Building Council quien promueve el sistema de evaluación LEED y recientemente se ha establecido en el Reino Unido un Green Building Council. Existen organizaciones similares en Australia y otros países. Además de estos métodos globales de evaluación de los edificios, hay un laberinto de sistemas de evaluación del impacto ambiental de los materiales. Algunos de estos sistemas se tienen en cuenta en las herramientas de evaluación de los proyectos de edificaciones, pero no siempre.

En 1988, la Unión Europea adoptó una Directiva de Productos de Construcción que actualmente está sometida a consideración para su posible modificación. Se confiaba que esta directiva conduciría a una armonización de las normas medioambientales de los productos de construcción en toda Europa. Aunque muchos productos de construcción poseen ya el marcado “CE”, esto no constituye ninguna orientación sobre su procedencia medioambiental. Aunque cierto número de medidas de la UE han impulsado la agenda de la construcción sostenible, en particular la presión para reducir la contaminación y eliminar las sustancias tóxicas de los edificios, no ha habido hasta ahora una estrategia global relacionada con la construcción sostenible.

Herramientas para evaluar el comportamiento ambiental
Existen dos importantes instrumentos que se utilizan para evaluar el comportamiento medioambiental de los productos de construcción: las Declaraciones Medioambientales de Producto (DMAP) y el Análisis de Ciclo de Vida (ACV), conocidos también por sus acrónimos en inglés, EPD y LCA, respectivamente.
De hecho, estos dos instrumentos están estrechamente relacionados puesto que una DMAP utiliza el ACV para calcular la magnitud de las categorías de impacto que se incluyen en la declaración.
Con objeto de poder generar el ACV y las DMAP de un proceso o producto concreto, es necesario disponer de datos fiables y representativos del Inventario de Ciclo de Vida (ICV).


Componentes clave de un inventario de ciclo de vida completo para productos de construcción

¿Qué es el Análisis de Ciclo de Vida?
“El Análisis de ciclo de vida es una técnica para evaluar los aspectos medioambientales y los posibles impactos asociados con un producto, proceso o actividad, mediante la identificación y cuantificación de la energía y los materiales utilizados así como de los residuos liberados al ambiente, para valorar el impacto de esas energías, materiales utilizados y emisiones al medio ambiente, y para identificar y evaluar las oportunidades de mejora de los aspectos medioambientales.
La evaluación incluye el ciclo de vida completo del producto, proceso o actividad, abarcando la extracción y procesado de las materias primas, fabricación, transporte y distribución, uso y mantenimiento, reciclaje y posterior eliminación”.

Análisis de Ciclo de Vida
El Análisis de Ciclo de Vida (ACV) viene definido en ISO 14040, como un método para evaluar los impactos ambientales a lo largo de la vida de un producto (es decir, “desde la cuna a la tumba”) normalizados según una unidad funcional, que en el caso de los recubrimientos protectores de la corrosión suele ser la protección de un metro cuadrado de producto de acero durante un determinado periodo de tiempo. Los ACV pueden ser difíciles de realizar pero ofrecen la ventaja de permitir comparar un amplio rango de impactos medioambientales potenciales (no solamente emisiones de carbono y consumo de energía). Sus inconvenientes son que llevan mucho tiempo, son costosos y complicados y, con frecuencia, difíciles de interpretar.
Por ejemplo, los expertos y los clientes pueden tener que juzgar por sí mismos sobre la importancia relativa de una mayor emisión de dióxido de carbono de un producto o la mayor toxicidad ecológica de otro.

El ACV puede permitir realizar comparaciones entre productos que tienen la misma finalidad, tales como los recubrimientos protectores de la corrosión. Sin embargo, el empleo del ACV para evaluar recubrimientos es relativamente nuevo y hay pocos ejemplos de estudios de ACV en este campo que permitan una comparación directa, con diferentes unidades funcionales, escalas de tiempo, condiciones operativas, límites del sistema y otras variables, que están siendo utilizados por organizaciones comerciales, departamentos universitarios y organismos gubernamentales.

Para elaborar un ACV pueden utilizarse bases de datos comerciales que contengan Inventarios de Ciclo de Vida (ICVs) de productos manufacturados y las cargas ambientales relacionadas con su fabricación. El acceso a los ICVs investigados se ve facilitado por EcoSpold, un formato común de intercambio de datos que conecta con aplicaciones patentadas de software de ACV.
Parece sensato seguir las tendencias actualmente en marcha (o en proyecto) para otros productos de construcción y calcular la energía incorporada y los otros impactos medioambientales de los productos galvanizados. Esto permitiría que los productos galvanizados fueran incluidos en listados junto con otros productos de construcción, lo que permitiría la comparación de las diferentes opciones.
Sin embargo, como ya se ha señalado anteriormente, las comparaciones más útiles son las que se puedan hacer entre construcciones completas similares y que presten un servicio equivalente.

El creciente interés de los medios por el debate sobre el clima ha ejercido presión sobre la obtención de información medioambiental comparable y de contrastada calidad. Esta demanda fue identificada enseguida por la Organización de Normalización Internacional (ISO), quien ha desarrollado una norma para elaborar la información sobre el comportamiento medioambiental de productos y servicios, las denominadas declaraciones medioambientales de producto (DMAP), conocidas también por su acrónimo en inglés (EPD).



Continuará….